“No puedo componer música hasta que mi experiencia pueda ser reunida en palabras. Mi exigencia de expresarme musical y sinfónicamente sólo comienza cuando dominan las oscuras sensaciones y dominan en el umbral que conduce al otro mundo, al mundo en el que las cosas ya no se descomponen en el tiempo y en el espacio”.
El problema de la muerte, del porqué de la vida y del más allá, que le había afectado desde que en su niñez perdiese a varios de sus hermanos, le angustiaba frecuentemente y había querido plasmarlo a través de su música. Para ello había buscado inspiración en muchos lugares, incluyendo la Biblia
Coro, Soprano
¡Resucitarás,
si resucitarás,
polvo mío, tras breve reposo!
Vida inmortal
te dará quien te llamó.
Has sido
sembrado para florecer de nuevo,
El dueño de la cosecha,
recoge las gavillas
de nosotros, los que perecemos.
Contralto
Oh créelo,
corazón mío, créelo:
¡Nada vas a perder!
¡Tuyo es, sí, tuyo, lo que deseaste!
¡Aquello por lo que luchaste!
Soprano
Oh créelo:
¡no naciste en vano!
¡No visite, ni sufriste en vano!
Coro
¡Lo que nace
debe morir!
¡Lo que ha muerto, resucitará!
Coro, Contralto
¡Cesa de
temblar!
¡Prepárate a vivir!
Soprano, Contralto
¡Oh dolor!
¡Tú, que llenas todo!
De ti me escapé.
¡Oh muerte! ¡Tú, que todo lo siegas!
¡Ahora has sido vencida!
Coro
Con alas que
conquisté,
en afán ardiente de amor,
volaré hacia la luz
que ningún ojo ha penetrado.
¡Moriré para vivir!
Coro, Soprano, Contralto
¡Resucitarás,
sí, resucitarás,
corazón mío, en un instante!
Aquello por lo que sufriste
habrá de llevarte a Dios!